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La saliva desempeña un papel importante en el mantenimiento de una digestión normal, en la protección de los dientes en contra de las caries y en la lubricación de la boca mientras tragamos y hablamos.
Las glándulas salivales mayores y menores en la cabeza y el cuello producen la saliva. Tenemos seis glándulas salivales "mayores", que incluyen la glándula parótida (enfrente de las orejas), las glándulas submandibulares (atrás de la quijada) y las glándulas sublinguales (abajo de la lengua). También tenemos cientos de glándulas salivales pequeñas "menores", ubicadas en la boca y en la garganta.
La saliva normalmente se administra de manera efectiva al tragar con regularidad. El babeo ocurre por una incapacidad de administrar de manera apropiada la cantidad normal de saliva que producen las glándulas salivales. Como resultado, se puede derramar la saliva sobre los labios y la barbilla, o se puede escurrir hacia la parte de atrás de la garganta. Cuando la saliva se derrama de manera continua sobre la piel de la cara y el cuello, puede haber problemas crónicos de la piel. Cuando la saliva se acumula en la parte de atrás de la garganta, ésta se puede derramar en las vías respiratorias, lo que puede provocar neumonías repetidas así como daño a los pulmones a largo plazo.
El babeo a veces se trata con medicamentos específicos diseñados para reducir la producción salival. Además de los medicamentos, el babeo se puede reducir a través de procedimientos quirúrgicos como los siguientes:
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