La revisión genética preimplantacional es diferente del DGP porque se hace a pacientes que no portan una mutación que se sabe que provoca una enfermedad y que quieren reducir sus posibilidades de un desequilibrio cromosómico que podría llevar a un aborto espontáneo o a tener un bebé con un cromosoma extra o faltante, como es el caso del síndrome de Down. Conforme las mujeres envejecen, sus óvulos tienen un mayor riesgo de portar un cromosoma extra o faltante. La revisión genética preimplantacional de embriones puede incluir a los 24 cromosomas y, por lo tanto, algunas veces se conoce como revisión cromosómica integral (RCI). La RGP se puede realizar junto con un ciclo de FIV estándar en una pareja, pero generalmente se considera para pacientes en donde la mujer tiene más de 35 años. Un beneficio adicional de la RGP es que mejora la capacidad de elegir a los embriones más sanos en una cohorte, y así se logra una tasa de éxito elevada con una sola transferencia de embriones, además de que se reducen los riesgos de embarazos gemelares.
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