Ahora que los avances en la medicina y la tecnología han hecho posible salvar a algunos de los niños más enfermos, tenemos la oportunidad de dar un paso atrás y estudiar cómo podemos ayudarlos no solo a sobrevivir, sino a prosperar. Nuestro equipo de atención neurológica crítica pediátrica está desarrollando métodos que tienen los mejores resultados a corto y largo plazo, desde realizar investigación de laboratorio, a refinar los protocolos de la unidad de cuidados intensivos pediátricos (PICU, por sus siglas en inglés) y desarrollar vías de atención para afecciones específicas.
Este trabajo es parte de nuestro plan de llevar nuestras capacidades de atención crítica neurológica integral a todos los entornos de atención crítica intensiva: la PICU, la unidad de cuidados intensivos neonatales (NICU, por sus siglas en inglés) la unidad de cuidados intensivos cardíacos (CICU, por sus siglas en inglés).
Desde que se integró la atención crítica neurológica a la PICU, hemos generado datos que nos permiten aprender de la atención que brindamos. Uno de los proyectos evalúa pacientes con paro cardiorrespiratorio que recibieron inmediatamente atención para proteger al cerebro, como control de la temperatura, monitoreo por electroencefalograma y otras intervenciones. Usamos los datos para desarrollar un protocolo post-paro cardiorrespiratorio para prevenir las convulsiones y mitigar el daño cerebral.
Nuestro equipo contribuye a crear vías de atención integrada para accidentes cerebrovasculares. Si se sospecha que un niño tuvo un accidente cerebrovascular, los cuidadores de todas las disciplinas saben cómo brindar al niño la atención de protección neurológica y están capacitados para monitorear complicaciones relacionadas con el cerebro.
Mediante la neurorradiología, nuestro equipo estudia las resonancias magnéticas de los niños con lesiones cerebrales traumáticas. Otro estudio analiza la respuesta inflamatoria del cerebro después de una lesión grave para determinar si los marcadores en sangre pueden ayudar a predecir lo que sucede en el cerebro, cuán grave es la lesión y cuál es el pronóstico. El objetivo es identificar qué niños tienen mejores resultados, para poder desarrollar nuevas intervenciones.
Muchos niños tienen náuseas después de la neurocirugía. Una iniciativa liderada por el personal de enfermería apunta a estandarizar la medición de las náuseas y los vómitos en niños, y a buscar formas de prevenirlos/tratarlos en pacientes de neurocirugía cuando ingresan a la PICU.
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