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Los síntomas que presentan los tumores cerebrales infantiles varían, así como las células que los originan, su ubicación y los tipos de complicaciones cognitivas y médicas que pueden provocar. También los tratamientos varían, dependiendo del tipo de tumor y la edad, los genes y la salud del paciente. En el Lucile Packard Children’s Hospital Stanford, el principal trabajo del equipo de tumores cerebrales es evaluar el tumor y entender al paciente
Los síntomas de los tumores cerebrales varían, pero algunos síntomas comunes incluyen cambios de estado de ánimo y de personalidad, dolores de cabeza persistentes, náuseas y vómito persistentes, somnolencia, convulsiones, mala pronunciación, debilidad o parálisis de la mitad del cuerpo o la cara, confusión, pérdida de la memoria, pérdida de la audición, visión deficiente o problemas para controlar los movimientos del cuerpo. Cualquier combinación de estos síntomas requeriría una visita al pediatra, en donde normalmente el primer paso de la evaluación es un examen. Si las pruebas iniciales confirman la posibilidad de un tumor, el médico normalmente pedirá imágenes, un análisis de sangre y una punción lumbar, que examina el líquido cefalorraquídeo para determinar si hay evidencia de cáncer, infecciones, inflamación y mayor presión en el cerebro.
En el Packard Children’s, los resultados los revisa el Consejo Neurooncológico Pediátrico, una reunión semanal de neurocirujanos pediátricos, neurorradiólogos, radiooncólogos, neurooncólogos, neuropatólogos, trabajadores sociales, neuropsicólogos, expertos en rehabilitación y enfermeros especializados de clase mundial. El consejo analiza cada caso desde todos los ángulos, al mapear el mejor curso posible para un tratamiento efectivo. No escatiman esfuerzos y se centran en atención creativa y científica de colaboración en cada caso, para considerar cada tratamiento, innovación o ensayo clínico pertinente.
Aunque muchos hospitales hacen cirugías cerebrales en niños, relativamente pocos se centran exclusivamente en procedimientos pediátricos especializados de la forma en que lo hacen los cirujanos del Packard Children’s. Esto es importante porque los cerebros jóvenes son distintos de los de los adultos a nivel estructural y celular; de tal manera, el tener un profundo conocimiento de la etapa de desarrollo del cerebro de cada paciente puede ayudar mucho a la cirugía. El comprender las diferencias sutiles puede mejorar los resultados de manera significativa.
El Packard Children’s se especializa en técnicas quirúrgicas que reducen la exposición del cerebro o de la columna vertebral, conllevan un menor riesgo, acortan el tiempo de recuperación y minimizan la alteración de tejido sano. Por ejemplo, la neuroendoscopia solo requiere de una pequeña incisión en el cráneo, por medio de la cual se pasan cámaras e instrumentos quirúrgicos pequeños. El Packard Children’s también es el único hospital del norte de California que emplea el ROSA™, el asistente quirúrgico robótico para uso pediátrico. ROSA™ hace que la neurocirugía sea más segura, rápida y precisa.
El hacer un mapeo minucioso de la mejor ruta quirúrgica posible hacia tumores de difícil acceso es clave. Los cirujanos del Packard Children’s utilizan resonancia magnética avanzada funcional, (fMRI, por sus siglas en inglés), tomografía computarizada, utrasonido y una nueva tecnología potente llamada imagenología con tensor de difusión (DTI, por sus siglas en inglés). La experiencia en la interpretación de estas imágenes también puede cambiar mucho las cosas. Muchos hospitales utilizan un protocolo automatizado para leer fMRI y localizar las zonas del idioma y de la memoria, por ejemplo. En el Packard Children’s, expertos pediátricos altamente capacitados siempre analizan las imágenes.
Los cirujanos del Packard Children’s también se guían por medio de una tecnología llamada guía estereotáctica intraoperativa (ISG, por sus siglas en inglés), que funciona como un GPS personalizado para el cerebro. Garantiza que los cirujanos sepan precisamente en dónde están cortando en relación con las zonas críticas del cerebro y los límites del tumor.
Una forma de explorar la función del tejido que rodea el tumor es mantener a los pacientes sedados despiertos durante la cirugía y pedirles que respondan preguntas o que hagan tareas sencillas como hablar, contar o ver fotos. La cirugía de cerebro despierto, que optimiza la extirpación del tumor y reduce otros tipos de daño, ha resultado efectiva en adultos durante décadas. El Packard Children’s ahora está liderando la técnica con niños hasta de ocho años de edad.
La radioterapia se puede utilizar para llegar a tumores que son completamente inaccesibles para el bisturí o para destruir las células cancerosas que puedan permanecer después de una cirugía exitosa.
La radiocirugía con CyberKnife utiliza un haz de radiación, guiado por imágenes de radiografías en tiempo real mapeadas en imagenología de RM de alta resolución del cerebro del paciente, para destruir tumores sin siquiera entrar al cráneo. Originalmente desarrollado en Stanford, CyberKnife se utilizó por primera vez para el tratamiento de tumores cerebrales pediátricos en el Packard Children’s, donde ahora es una herramienta imprescindible.
Algunos pacientes también se benefician de la quimioterapia, el uso de medicamentos que están dirigidos molecularmente para matar células cancerosas. La mayoría de estos medicamentos funcionan al interferir con la capacidad de las células cancerosas de crecer y reproducirse. La quimioterapia a veces se utiliza sola, pero es más común combinarla con la radiación, la cirugía o ambas.
Stanford en la actualidad está gestionando alrededor de una docena de ensayos clínicos relacionados con tumores cerebrales, incluyendo estudios de nuevas terapias inmunitarias y medicamentos para quimioterapia, combinaciones innovadoras de quimioterapia y radiación y nuevos medicamentos que pueden ayudar a resolver los problemas de memoria y atención que los pacientes a veces presentan después del tratamiento. El Packard Children’s es miembro clave tanto del Pediatric Brain Tumor Consortium como del Children’s Oncology Group, y le abre la puerta a los pacientes para que participen en ensayos pertinentes en los mejores hospitales infantiles del mundo.
El Packard Children’s está comprometido a tratar al paciente de manera integral, no solamente a su padecimiento médico. El Programa contra el Cáncer para Adolescentes y Adultos Jóvenes (AYA), por ejemplo, hace participar a pacientes en la adolescencia y en torno a los veinte años. Estos pacientes pueden llegar a aislarse de sus compañeros, y el AYA intenta que su experiencia sea menos solitaria y más significativa.
De vez en cuando, los tumores vuelven y necesitan ser tratados de nuevo; además, otras enfermedades pueden surgir derivadas de la radiación o la quimioterapia. Es importante identificar y abordar esos problemas cuanto antes, así que los exámenes periódicos multidisciplinarios de seguimiento en el Packard Children’s son una parte indispensable del tratamiento de cada paciente. Muchos niños también se benefician de la terapia psicológica, física y ocupacional durante los tratamientos o después de los mismos. Algunos pacientes mantienen relaciones estrechas con los terapeutas y los doctores del Packard Children’s durante la adolescencia y a principios de la edad adulta.
El equipo del Packard Children’s se compromete a lograr los mejores resultados médicos al involucrar al paciente de manera integral, y a toda su familia. Apoyamos nuestra excelencia médica y técnica sin igual, pero de manera igualmente importante, apoyamos a nuestros pacientes y a sus familias.
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