Un teratógeno es un agente capaz de causar un defecto congénito. Generalmente, se trata de algo que es parte del ambiente al que está expuesta la madre durante el embarazo. Puede ser un medicamento recetado, una droga ilícita, el consumo de alcohol o una enfermedad de la madre capaz de aumentar la probabilidad de que el bebé nazca con un defecto congénito.
Después de la fertilización del óvulo (concepción), puede demorar entre seis y nueve días que se produzca la implantación del óvulo fecundado en el útero. Una vez que el óvulo fertilizado penetra en el útero, se establece el aporte de sangre entre la madre y el embrión. En otras palabras, si hay algo en la sangre de la madre, a partir de ahora puede pasar al feto en desarrollo. Se cree que los teratógenos pueden afectar al feto aproximadamente entre 10 y 14 días después de la concepción.
Durante el desarrollo del bebé, ciertos órganos se forman en determinados momentos. Si un teratógeno tiene la capacidad de interferir en el cierre del tubo neural, por ejemplo, la exposición debe ocurrir entre la mitad de la semana 3 y la mitad de la semana 4 de embarazo, ya que es a partir de ese momento que el tubo neural comienza a cerrarse en el feto. Algunos sistemas de órganos son sensibles a los teratógenos a lo largo de todo el embarazo, como por ejemplo el sistema nervioso central del bebé, integrado por el cerebro y la columna vertebral. Uno de los teratógenos que afecta el sistema nervioso central es el alcohol que, en cualquier momento del embarazo, puede provocar defectos congénitos y problemas de salud en el bebé, ya que el sistema nervioso central es sensible a los teratógenos durante los nueve meses de embarazo. Este es el motivo por el cual debe evitarse por completo el consumo de alcohol durante el embarazo.
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