El trastorno bipolar, también llamado síndrome maníaco-depresivo, se clasifica como un tipo de trastorno afectivo (también llamado trastorno afectivo) que va más allá de las cosas positivas o negativas ordinarias del día y se ha convertido en una afección médica seria y una preocupación de salud importante en este país. El trastorno bipolar se caracteriza por episodios periódicos de extrema felicidad, euforia, buen humor o irritabilidad (también llamado manía) contrapuesto a síntomas clásicos de la depresión clínica, es por esto que hay dos "polos" o síntomas del trastorno.
El trastorno bipolar afecta al 2,6 por ciento de los estadounidenses adultos todos los años. La edad promedio de aparición son los 25 años. Cuando los síntomas están presentes antes de los 12 años, con frecuencia se los confunde con el trastorno de déficit de atención/hiperactividad (ADHD, por sus siglas en inglés): un síndrome que habitualmente se caracteriza por dificultades serias y continuas que dan como consecuencia la falta de atención, la distracción, la impulsividad y la hiperactividad.
El trastorno bipolar afecta a las mujeres y a los hombres por igual (aunque es más probable que las mujeres experimenten más síntomas depresivos que maníacos) y con frecuencia comienza en la adolescencia o a principios de la edad adulta. El trastorno bipolar se está empezando a reconocer mejor en los niños pequeños, aunque el diagnóstico sigue resultando difícil.
Es probable que haya familias más propensas al trastorno bipolar y, en algunos casos, se considera hereditario. Los investigadores aún están intentando identificar un gen (o genes) que puedan ser responsables de este trastorno.
A continuación, se enumeran los síntomas más comunes del trastorno bipolar. Sin embargo, cada persona puede experimentar los síntomas de una forma diferente.
Los síntomas depresivos pueden incluir:
Sentimientos continuos de tristeza
Sentimiento de desesperanza o impotencia
Baja autoestima
Sentimiento de inadecuación
Culpa excesiva
Sentimientos de querer morir
Pérdida de interés en las actividades usuales o las actividades que antes disfrutaban
Dificultad para las relaciones
Perturbaciones del sueño (por ejemplo, insomnio o hipersomnia)
Cambios en el apetito o en el peso
Falta de energía
Dificultad para concentrase
Disminución de la capacidad de tomar decisiones
Pensamientos suicidas o intentos de suicidio
Molestias físicas frecuentes (por ejemplo, dolores de cabeza, de estómago o fatiga)
Irse de la casa o amenazar con irse de la casa
Hipersensibilidad al fracaso o al rechazo
Irritabilidad, hostilidad, agresión
Los síntomas maníacos pueden incluir:
Autoestima excesivamente alta
Disminución de la necesidad de descasar y dormir
Aumento de la capacidad de distracción y la irritabilidad
Participación excesiva en actividades placenteras y/o de alto riesgo que pueden tener consecuencias dolorosas: esto puede incluir comportamiento provocativo agresivo, destructivo o antisocial (por ejemplo,promiscuidad sexual, manejo imprudente, gastos desmedidos, abuso de alcohol y/o drogas).
Aumento de la locuacidad (puede incluir aumento de la velocidad para hablar, cambios rápidos de tema, no soporta las interrupciones).
Exceso de sentimientos de euforia o felicidad, por momentos grandiosos
Cambios de humor severos e impredecibles incluido feliz o ridículo, o inusualmente enojado, agitado o agresivo
Aumento del impulso sexual
Aumento del nivel de energía
Falta inusual de discernimiento
Algunos adolescentes en etapa maníaca experimentan síntomas psicóticos incluidas las alucinaciones y/o delirios.
Para que se realice un diagnóstico de trastorno bipolar, un individuo debe presentar síntomas maníacos y depresivos en distinto grado, de acuerdo con la gravedad del trastorno. Los síntomas del trastorno bipolar, en especial en adolescentes, pueden parecerse a otros problemas (como por ejemplo, el abuso de drogas, el trastorno de déficit de atención/hiperactividad o la delincuencia). Siempre consulte al proveedor de atención médica de su hijo para obtener un diagnóstico preciso.
Buscar un diagnóstico y un tratamiento tempranos es esencial para la recuperación. Con frecuencia se realiza un diagnóstico después de una meticulosa evaluación psiquiátrica y una historia clínica realizada por un psiquiatra u otro profesional de salud mental.
El tratamiento específico para el trastorno bipolar será determinado por el proveedor de atención médica de su hijo según lo siguiente:
la edad de su hijo, su estado general de salud y su historia clínica
la gravedad de los síntomas
la tolerancia de su hijo a determinados medicamentos o terapias
las expectativas respecto de la evolución del trastorno
su opinión o preferencia
Los trastornos afectivos, incluido el trastorno bipolar, con frecuencia se pueden tratar con éxito. El tratamiento siempre debe basarse en una evaluación exhaustiva del adolescente y la familia. El tratamiento puede incluir alguna o varias de las siguientes:
Medicamentos (por ejemplo estabilizadores del estado de ánimo y/o antidepresivos)
Psicoterapia (con más frecuencia cognitivo-conductual, de apoyo, psicoeducacional y/o interpersonal)
Terapia familiar
Consultas con la escuela del adolescente
Los padres desempeñan un papel de apoyo esencial en cualquier proceso de tratamiento.
El hecho de reconocer los variados y extremos cambios de estado de ánimo relacionados con el trastorno bipolar es esencial para obtener tratamiento eficaz y evitar las consecuencias potencialmente dolorosas del comportamiento imprudente y maníaco.
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